En los últimos años se han encadenado cambios de gran calado en el sector eléctrico, ya sea por actualizar el sistema en busca de una mejora o por cuestiones trascendentales sobrevenidas, como la pandemia del COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania. Bajo este contexto, la Unión Europea, precursora de la transición energética, desarrolla directivas cuyos objetivos generales son, asegurar la competitividad de los mercados, conseguir la independencia en materia energética y reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

A raíz de la reciente publicación del Proyecto de real decreto, por el que se establecen las condiciones para la comercialización, agregación y la protección del consumidor de energía eléctrica, la transposición de la Directiva 2019/944 va camino de ser finalmente una realidad. Nos encontramos ante un nuevo paradigma, la implementación tanto del próximo real decreto como de la Circular 1/2024, de 27 de septiembre, estimularán la competitividad del sistema eléctrico puesto que la flexibilidad de la demanda pasará a ser una herramienta más al alcance de la industria para generar ingresos.

En primer lugar, la posibilidad de acogerse como instalación de demanda no solo a un acceso firme sino a un acceso flexible permitirá a la industria catalana tener un rol más protagonista en los mercados eléctricos. Además, la industria contará con la ayuda de los operadores de flexibilidad y de la figura del agregador independiente para valorizar económicamente tanto sus procesos como sus recursos flexibles. Todo ello, implicará una motivación económica que justifique la inversión y permitirá que la transición energética sea un éxito, de lo contrario la consecución de los objetivos es inviable.

Así mismo, la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, siendo estos significativamente más ambiciosos que los publicados en el PNIEC 2021-2030, prevén el mayor desarrollo hasta la fecha tanto de potencia instalada de energía renovable como de almacenamiento eléctrico en el territorio. El propósito no es otro que avanzar hacia la independencia energética y a cumplir entretanto los objetivos medioambientales comprometidos.

La industria ya se ha visto beneficiada en otros países europeos como es el caso de los Países Bajos o Francia, donde es común el prosumidor, es decir una industria que no solo consuma, sino que genere también electricidad y vierta a la red mediante la instalación de fuentes de energía renovable y de almacenamiento, poniendo solución a momentos de congestión en la red. Al mismo tiempo, la gestión de la demanda puede valorizarse económicamente tanto en el mercado diario, como en los mercados de balance y donde el precio €/MWh entre otras razones, es menor que el de nuestra industria como es el caso de nuestro vecino galo.

En definitiva, todos los cambios generan oportunidades, y es ahí donde la industria catalana puede anticiparse, tomar posición y aprovechar la situación que estamos viviendo, los próximos meses se antojan fundamentales para que la gestión de la demanda pueda participar en todos los mercados eléctricos.