En la última reunión de 2024, el grupo de trabajo sobre hidrógeno analizó diversos informes sobre el avance de las tecnologías y el mercado. A primera vista, tanto los datos de la península ibérica como los globales muestran una desaceleración tanto en el ritmo de las inversiones como en los nuevos anuncios. Sin embargo, un análisis más profundo destaca a los actores y proyectos que mantienen el ritmo y que, en un contexto de escasez, han salido reforzados.
Un gráfico clásico sobre la adopción de nuevas tecnologías muestra que, tras el primer "pico de expectativas infladas", llega un "valle de la desilusión". Según el experto David Wenger, en el campo del hidrógeno verde en Europa estaríamos ya llegando al final de este valle, listos para entrar en la “rampa de lanzamiento” hacia la “meseta de la productividad”. Ni tan optimista como se pensaba en 2022, ni el fracaso que algunos predicen.
Las proyecciones más optimistas sobreestimaron la velocidad de evolución de la tecnología y la rapidez en la reducción de costes que debería haber implicado. El escalado de los electrolizadores y equipos relacionados avanza más lentamente de lo proyectado, y la reducción de costes es más moderada, pero las perspectivas siguen siendo prometedoras y el potencial del hidrógeno verde permanece intacto.
Los analistas han mapeado la rentabilidad del hidrógeno bajo en carbono en todos sus posibles usos, comenzando por aquellos en los que reemplaza al hidrógeno con altas emisiones utilizado actualmente, y terminando con los nuevos usos como vector energético, ya sea directamente o como componente esencial de compuestos hidrogenados. Un análisis detallado del censo de proyectos de la Asociación Española del Hidrógeno corrobora estas predicciones: avanzan aquellos proyectos en los que el producto final es un compuesto con un mercado maduro (amoníaco, metanol), que acepta un sobrecoste gracias al valor añadido de la descarbonización. En este sentido, un estímulo clave para el hidrógeno podría ser el establecimiento o la ampliación de cuotas de RFNBO (Renewable Fuels of Non-Biological Origin).
En el ámbito de la movilidad, donde el hidrógeno compite como alternativa de descarbonización, paga el precio de haber llegado más tarde y de contar con un menor volumen de inversión. Todavía no sabemos cómo será, si es que llega a ser mayoritaria, una movilidad desfosilizada, y ahora enfrentamos un problema de huevo y gallina: ¿no se compran vehículos de hidrógeno porque no hay infraestructura ni combustible disponible, o no se desarrolla una red de recarga porque no circulan vehículos? Este dilema también se refleja en otros aspectos relacionados con la infraestructura y la disponibilidad.
Toda esta información, con más datos y matices, está disponible en las presentaciones del Grupo de Trabajo de Hidrógeno Verde. En él participan representantes de una veintena de empresas miembros del CEEC, con actividad en el campo del hidrógeno verde o interés basado en sinergias con su actividad actual. Compartimos casos concretos de éxito y fracaso: analizar y debatir los estudios y datos disponibles nos ayuda a contextualizar experiencias y, esperamos, avanzar con mayor agilidad hacia la "rampa de lanzamiento".